INTEGRANTES:
Cantero, Melisa
Ciocca, Bruno
De Nardis, Maximiliano
Morales, Ezequiel
MATERIA: Derecho a la Información
TITULAR: Eduardo Luis Duhalde
ADJUNTO: Francisco Pestanha
AÑO: 2007
COMISIÓN: Miércoles 17 hs.
1er cuatrimestre
jueves, 21 de junio de 2007
Malvinas es un tabú
Un día viernes del mes de junio, tuvimos el agrado de entrevistar a cuatro personas que nos dieron a conocer ciertas cosas que no sabíamos. Quizás por una cuestión de edad, quizás por una cuestión de medios; o quizás por una cuestión de que, simplemente, era el propósito de otros: que no sepamos. Esa helada mañana de viernes nos dirigimos a la sede del PAMI en San Miguel, en cuya oficina de “Veteranos de Guerra”, con mates calientes, nos esperaban Juan Fernández, Omar Morales, Luis Banegas y Jorge Saucedo; todos soldados ex combatientes en nuestras islas Malvinas.
Comenzamos a dialogar acerca de esta causa que los reúne como “una gran familia” desde 1984, año aproximado en que Omar detalla como inicio de la apertura de los Centros de Veteranos de Guerra. Es él mismo quien llama de esta manera a los miles de argentinos que pelearon en el archipiélago del sur: “somos una gran familia, y como todas, hay en ellas ovejas blancas y negras”. Esta descripción dio lugar a varios relatos que en cadena comenzaron a hacernos los cuatro, algunos de los cuales hablan de violentos e infundados castigos propinados por sus superiores, como golpizas por carnear una vaca u oveja allá en las islas… ¡para poder comer!, o como cuando los trajeron de regreso a Campo de Mayo, donde recibieron la “advertencia” de no contar lo ocurrido en el conflicto: “nos trajeron de noche, para que nadie nos viese. No querían dejarnos ver a nuestras familias y nos dijeron que si hablábamos con alguien acerca de Malvinas nos metían presos. Decían que nadie podía llegar a comprender las atrocidades que contásemos de la guerra, y que por eso debíamos callar. Esa impotencia de no poder largar tanto pus que teníamos dentro, sumada a que muchos no tuvieron una contención familiar, provocó el suicidio de varios compañeros. Fue ese el momento en que comenzamos a agruparnos”, cuenta Omar, quien por una confusión con otro Morales (pero llamado Alberto) vio adelantado su viaje a las islas. Hoy es vicepresidente del Centro de Ex Combatientes de José C. Paz, y trabaja como coordinador en el Concejo escolar de dicho partido.
Cuando en Campo de Mayo se realizó el reclutamiento de tropas, listas para partir rumbo al sur (lo de listas sólo es una expresión), la gente se agolpaba hacia los camiones que los transportaba, los agarraba como si los conociera de siempre aunque nunca hayan cruzado palabra alguna. Por eso la experiencia de salida fue muy distinta a la de regreso: “el veinte de junio volví a Campo de Mayo. Cuando me largaron no tenía plata para irme a Córdoba, al cuartel donde estaba prestando servicio. Me la rebusqué para ir a Retiro y me colé en el tren que en ese entonces iba para allá. Cuando llegué inmediatamente me desvinculé del Ejército, y gracias a una azafata que conocí en el aeropuerto de Pajas Blancas que me subió a un avión, pude volver a Buenos Aires”, cuenta Jorge, quien peleó en el grupo Nº4 de Artillería.
Esta odisea para volver al cuartel, este despojo que sufrió un soldado argentino, fue sólo un anticipo de la actitud que tendría para con ellos el gobierno de facto y luego los demócratas. Hasta el año 1990 los Ex Combatientes no percibieron remuneración alguna por los servicios prestados en la guerra, hasta que durante la Presidencia de Menem se comenzó a pagarles una pensión graciable mensual: “cuando volvimos de la guerra la indiferencia social era muy grande. La situación de muchos de nosotros era de una indigencia total. Durante el gobierno de Alfonsín siempre se trató de tapar el tema de Malvinas, y dadas todas las presiones que se habían generado, recién Menem en el 90’ comenzó a pagarnos una pensión graciable de $80 pesos, que además de resultar insignificante, no suplía nuestros pedidos de contención psicológica, trabajo y atención médica…pero no una pensión graciable. Luego nos ubicaron en el PAMI, una obra social pensada para la tercera edad, que no es acorde a nuestras necesidades. Por ejemplo, no contaba con un sector de pediatría para atender a nuestros hijos. Esto se debió al facilismo y la displicencia que generaba el saber que esta obra social contaba con una red de asistencia en todo el país, pero lo correcto hubiese sido que cada Fuerza se haga cargo de sus hombres” explicaba Juan, quien hoy preside el Centro de Ex Combatientes de José C. Paz y la Federación Argentina de Veteranos de Guerra. Tal cargo le dio la posibilidad de reunirse con el Presidente de la Nación en la actualidad, Néstor Kirchner, a quién los entrevistados tuvieron la oportunidad de conocer con anterioridad: “fue en 2002, en los homenajes por los 20 años de la guerra. En ese momento nos dijo que iba a ser Presidente, y que una vez que asuma iba a abrir sus oídos y solucionar nuestros problemas. En líneas generales, fue el que más cumplió; pero más que nada tiene que ver con que la gente allá en el sur, al vivir el conflicto de cerca, siempre nos trató de otra manera, fue mas afectuosa” comentaba Luis, Cabo que se retiró de la Armada hace seis años.
Una de tales “atenciones” de este Gobierno para con ellos es el pago promedio de $25000 a cada soldado, en concepto de indemnización por la ausencia del respaldo estatal entre 1982 y 1990. Al hacer el anuncio de tal pago, el día 9 del corriente, Kirchner lo destacó como: "un paso más para reparar el olvido en el que habían caído. Fuimos trabajando juntos para empezar a reivindicar, a reconocer y a darles lugar a quienes fueron a Malvinas a dar todo sin pedir nada y que después sufrieron un largo desconocimiento institucional del propio Estado". Los cuatro dan como válido este gesto del Presidente, pero no tardan en hacernos saber que cada soldado británico, una vez terminado el conflicto, recibió en Libras Esterlinas el equivalente a U$S 500000…
También se hizo hincapié en la ausencia del tema Malvinas en la oferta curricular de los colegios primarios y secundarios. Para suplir esa ausencia en el aprendizaje, realizan charlas en las escuelas, con la intención de que los chicos comiencen a escuchar acerca de la guerra de Malvinas por boca de sus protagonistas, y no por terceros. “Resulta sencillo hablar de las batallas de San Martín o Belgrano, porque eso pasó hace casi dos siglos. Pero querer explicar Malvinas es hoy más complicado, ya que es historia muy reciente, con muchos puntos de vista basados en distintas experiencias”, sostiene Juan.
Casi a coro se manifiestan en contra de la premiada película “Iluminados por el fuego”(), protagonizada por el actor Gastón Pauls y basada en el libro de similar nombre escrito por el ex convicto Edgardo Esteban, de quien los entrevistados no dan buenas referencias: “dejó mal parado al grupo de Artillería. Nunca estuvo en combate, sólo se hizo conocido por ser periodista y tener una buena posición”. Responden que sí ante la pregunta de que si el film los ubicaba como víctimas y no como héroes de guerra, y por eso están tratando de realizar un documental que pueda mostrar sus historias, distintas a las narradas por Esteban.
A modo de cierre, Omar contó que al finalizar los combates, el Ejército mandó una carta a cada familia diciendo que los soldados “sólo requerían del apoyo moral” de ellos. “Prepararon el terreno para que no hablemos. Fue una falta de respeto a la gente que dio todo por la patria, no se merecía esa censura de querernos callar. El pueblo merecía información, no mentirle de que estábamos ganando”.
Los hechos históricos acontecidos en Malvinas pertenecen a una parte de nuestra historia que los argentinos aún no queremos aceptar. Como afirmó Juan, “desde 1982 somos un tabú para la sociedad”. ¿Será el exitismo, que no soportó la derrota? ¿Será el sentimiento de culpa del propio pueblo que masivamente avaló las chicaneadas de un nefasto, una tarde a plaza llena? Lo cierto es que nuestros heroicos soldados dicen estar mejor que antes, pero para ellos, la guerra aún no terminó.
“No hubo rendición, sólo culminó el combate”
Comenzamos a dialogar acerca de esta causa que los reúne como “una gran familia” desde 1984, año aproximado en que Omar detalla como inicio de la apertura de los Centros de Veteranos de Guerra. Es él mismo quien llama de esta manera a los miles de argentinos que pelearon en el archipiélago del sur: “somos una gran familia, y como todas, hay en ellas ovejas blancas y negras”. Esta descripción dio lugar a varios relatos que en cadena comenzaron a hacernos los cuatro, algunos de los cuales hablan de violentos e infundados castigos propinados por sus superiores, como golpizas por carnear una vaca u oveja allá en las islas… ¡para poder comer!, o como cuando los trajeron de regreso a Campo de Mayo, donde recibieron la “advertencia” de no contar lo ocurrido en el conflicto: “nos trajeron de noche, para que nadie nos viese. No querían dejarnos ver a nuestras familias y nos dijeron que si hablábamos con alguien acerca de Malvinas nos metían presos. Decían que nadie podía llegar a comprender las atrocidades que contásemos de la guerra, y que por eso debíamos callar. Esa impotencia de no poder largar tanto pus que teníamos dentro, sumada a que muchos no tuvieron una contención familiar, provocó el suicidio de varios compañeros. Fue ese el momento en que comenzamos a agruparnos”, cuenta Omar, quien por una confusión con otro Morales (pero llamado Alberto) vio adelantado su viaje a las islas. Hoy es vicepresidente del Centro de Ex Combatientes de José C. Paz, y trabaja como coordinador en el Concejo escolar de dicho partido.
Cuando en Campo de Mayo se realizó el reclutamiento de tropas, listas para partir rumbo al sur (lo de listas sólo es una expresión), la gente se agolpaba hacia los camiones que los transportaba, los agarraba como si los conociera de siempre aunque nunca hayan cruzado palabra alguna. Por eso la experiencia de salida fue muy distinta a la de regreso: “el veinte de junio volví a Campo de Mayo. Cuando me largaron no tenía plata para irme a Córdoba, al cuartel donde estaba prestando servicio. Me la rebusqué para ir a Retiro y me colé en el tren que en ese entonces iba para allá. Cuando llegué inmediatamente me desvinculé del Ejército, y gracias a una azafata que conocí en el aeropuerto de Pajas Blancas que me subió a un avión, pude volver a Buenos Aires”, cuenta Jorge, quien peleó en el grupo Nº4 de Artillería.
Esta odisea para volver al cuartel, este despojo que sufrió un soldado argentino, fue sólo un anticipo de la actitud que tendría para con ellos el gobierno de facto y luego los demócratas. Hasta el año 1990 los Ex Combatientes no percibieron remuneración alguna por los servicios prestados en la guerra, hasta que durante la Presidencia de Menem se comenzó a pagarles una pensión graciable mensual: “cuando volvimos de la guerra la indiferencia social era muy grande. La situación de muchos de nosotros era de una indigencia total. Durante el gobierno de Alfonsín siempre se trató de tapar el tema de Malvinas, y dadas todas las presiones que se habían generado, recién Menem en el 90’ comenzó a pagarnos una pensión graciable de $80 pesos, que además de resultar insignificante, no suplía nuestros pedidos de contención psicológica, trabajo y atención médica…pero no una pensión graciable. Luego nos ubicaron en el PAMI, una obra social pensada para la tercera edad, que no es acorde a nuestras necesidades. Por ejemplo, no contaba con un sector de pediatría para atender a nuestros hijos. Esto se debió al facilismo y la displicencia que generaba el saber que esta obra social contaba con una red de asistencia en todo el país, pero lo correcto hubiese sido que cada Fuerza se haga cargo de sus hombres” explicaba Juan, quien hoy preside el Centro de Ex Combatientes de José C. Paz y la Federación Argentina de Veteranos de Guerra. Tal cargo le dio la posibilidad de reunirse con el Presidente de la Nación en la actualidad, Néstor Kirchner, a quién los entrevistados tuvieron la oportunidad de conocer con anterioridad: “fue en 2002, en los homenajes por los 20 años de la guerra. En ese momento nos dijo que iba a ser Presidente, y que una vez que asuma iba a abrir sus oídos y solucionar nuestros problemas. En líneas generales, fue el que más cumplió; pero más que nada tiene que ver con que la gente allá en el sur, al vivir el conflicto de cerca, siempre nos trató de otra manera, fue mas afectuosa” comentaba Luis, Cabo que se retiró de la Armada hace seis años.
Una de tales “atenciones” de este Gobierno para con ellos es el pago promedio de $25000 a cada soldado, en concepto de indemnización por la ausencia del respaldo estatal entre 1982 y 1990. Al hacer el anuncio de tal pago, el día 9 del corriente, Kirchner lo destacó como: "un paso más para reparar el olvido en el que habían caído. Fuimos trabajando juntos para empezar a reivindicar, a reconocer y a darles lugar a quienes fueron a Malvinas a dar todo sin pedir nada y que después sufrieron un largo desconocimiento institucional del propio Estado". Los cuatro dan como válido este gesto del Presidente, pero no tardan en hacernos saber que cada soldado británico, una vez terminado el conflicto, recibió en Libras Esterlinas el equivalente a U$S 500000…
También se hizo hincapié en la ausencia del tema Malvinas en la oferta curricular de los colegios primarios y secundarios. Para suplir esa ausencia en el aprendizaje, realizan charlas en las escuelas, con la intención de que los chicos comiencen a escuchar acerca de la guerra de Malvinas por boca de sus protagonistas, y no por terceros. “Resulta sencillo hablar de las batallas de San Martín o Belgrano, porque eso pasó hace casi dos siglos. Pero querer explicar Malvinas es hoy más complicado, ya que es historia muy reciente, con muchos puntos de vista basados en distintas experiencias”, sostiene Juan.
Casi a coro se manifiestan en contra de la premiada película “Iluminados por el fuego”(), protagonizada por el actor Gastón Pauls y basada en el libro de similar nombre escrito por el ex convicto Edgardo Esteban, de quien los entrevistados no dan buenas referencias: “dejó mal parado al grupo de Artillería. Nunca estuvo en combate, sólo se hizo conocido por ser periodista y tener una buena posición”. Responden que sí ante la pregunta de que si el film los ubicaba como víctimas y no como héroes de guerra, y por eso están tratando de realizar un documental que pueda mostrar sus historias, distintas a las narradas por Esteban.
A modo de cierre, Omar contó que al finalizar los combates, el Ejército mandó una carta a cada familia diciendo que los soldados “sólo requerían del apoyo moral” de ellos. “Prepararon el terreno para que no hablemos. Fue una falta de respeto a la gente que dio todo por la patria, no se merecía esa censura de querernos callar. El pueblo merecía información, no mentirle de que estábamos ganando”.
Los hechos históricos acontecidos en Malvinas pertenecen a una parte de nuestra historia que los argentinos aún no queremos aceptar. Como afirmó Juan, “desde 1982 somos un tabú para la sociedad”. ¿Será el exitismo, que no soportó la derrota? ¿Será el sentimiento de culpa del propio pueblo que masivamente avaló las chicaneadas de un nefasto, una tarde a plaza llena? Lo cierto es que nuestros heroicos soldados dicen estar mejor que antes, pero para ellos, la guerra aún no terminó.
“No hubo rendición, sólo culminó el combate”
La cen$ura má$ grande de toda$
El reestablecimiento de las relaciones diplomáticas entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña difundido por todos los medios masivos de comunicación en febrero de 1990 ocultaba otra de las tantas verdades que nos fueron, son y serán escondidas al pueblo argentino a lo largo de la historia.
Entre los días 14 y 15 de febrero de aquel año los por entonces presidente y ministro de relaciones exteriores, Carlos Menem y Domingo Cavallo respectivamente, firmaron en la ciudad de Madrid (Ministerio de Asuntos Exteriores de España) una Declaración Conjunta en la que literalmente le regalaron al Reino Unido todo lo que ellos pretendían para finalizar el conflicto bélico propiamente dicho.
Más allá de que este “acuerdo” es totalmente inconstitucional, ya que la voluntad de declarar la paz o la guerra es pura y exclusivamente propia del Congreso (éste nunca analizo, y menos aún aprobó, ningún “tratado” del estilo), el gobierno de turno le entregó a Gran Bretaña los recursos económicos de pesca e hidrocarburos (FOTO) además de brindarles el “…derecho de controlar todos los actos de las Fuerzas Armadas de la República Argentina…”.
Todas estas adquisiciones que se hizo Inglaterra a costas nuestras nos permiten realizar una analogía con el Tratado de Versalles impuesto a Alemania luego del fin de la Primera Guerra Mundial y las consecuentes dificultades económicas a las que se debió enfrentar dicho país.
En conclusión, la guerra no se perdió en 1982, sino en un escritorio en 1990 y bajo la firma de Menem y Cavallo.
(click en la imagen para agrandar)
Entre los días 14 y 15 de febrero de aquel año los por entonces presidente y ministro de relaciones exteriores, Carlos Menem y Domingo Cavallo respectivamente, firmaron en la ciudad de Madrid (Ministerio de Asuntos Exteriores de España) una Declaración Conjunta en la que literalmente le regalaron al Reino Unido todo lo que ellos pretendían para finalizar el conflicto bélico propiamente dicho.
Más allá de que este “acuerdo” es totalmente inconstitucional, ya que la voluntad de declarar la paz o la guerra es pura y exclusivamente propia del Congreso (éste nunca analizo, y menos aún aprobó, ningún “tratado” del estilo), el gobierno de turno le entregó a Gran Bretaña los recursos económicos de pesca e hidrocarburos (FOTO) además de brindarles el “…derecho de controlar todos los actos de las Fuerzas Armadas de la República Argentina…”.
Todas estas adquisiciones que se hizo Inglaterra a costas nuestras nos permiten realizar una analogía con el Tratado de Versalles impuesto a Alemania luego del fin de la Primera Guerra Mundial y las consecuentes dificultades económicas a las que se debió enfrentar dicho país.
En conclusión, la guerra no se perdió en 1982, sino en un escritorio en 1990 y bajo la firma de Menem y Cavallo.
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El rock repudia
Dentro de lo que es el rock, en el ámbito nacional, existen varias canciones compuestas en repudio a la censura sufrida por quienes volvieron de Malvinas sin recibimiento ni reconocimiento alguno y más aun en repudio a cualquier tipo de guerra, aquí extendemos el ámbito a lo mundial. Estas son solo algunas de las letras que escribieron distintos autores.
NO QUIERO IR A LA GUERRA - Ricardo Espinosa
No creo en las palabras de los gobernantes
mandan a los chicos a que los masacren.
Bajo un cielo rojo la lluvia de bombas,
miles de chicos mueren y miles de madres lloran.
No quiero ir a la guerra, no quiero que me maten
porque soy muy joven para ser un cadáver
Gusano mata-hombres no creas que soy cobarde,
ustedes hacen guerras y nosotros los que caen.
Yo creo en la frontera que rige mi cerebro
y si quieren guerras que peleen ellos.
No quiero ir a la guerra, no quiero que me maten
porque soy muy joven para ser un cádaver.
Y NO VOLVIERON MÁS - Patricio Fontanet
Fué en abril, que empezó a engordarse tu resignación.
Sin saber ni perder ni ganar tu bandera te empezó a traicionar.
Circo y pan (como siempre fué acá) nos prendimos a jugar un mundial
y despues nadie supo saltar por los sueños que se hundieron allá.
Y no volvieron más...y no volvieron.
Fué el alcohol de una bota formal el que quiso ver mis sueños quebrar.
Nuestra cruz no se quiso acordar de los huecos de la lista oficial.
Fué en abril, que empezó a engordarse tu resignación.
Sin saber ni perder ni ganar tu bandera te empezó a traicionar.
Y no volvieron más...y no volvieron.
LA MEMORIA - León Gieco
Los viejos amores que no están, la ilusión de los que perdieron,
todas las promesas que se van
y los que en cualquier guerra se cayeron.
Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.
El engaño y la complicidad de los genocidas que están sueltos,
el indulto y el punto final a las bestias de aquel infierno.
La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir libre como el viento.
Los desaparecidos que se buscan con el color de sus nacimientos,
el hambre y la abundancia que se juntan,
el mal trato con su mal recuerdo.
Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.
Dos mil comerían por un año con lo que cuesta un minuto militar.
Cuántos dejarían de ser esclavos por el precio de una bomba al mar.
La memoria pincha hasta sangrar a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar libre como el viento.
Todos los muertos de la A.M.I.A. y los de la Embajada de Israel,
el poder secreto de las armas,
la justicia que mira y no ve.
Fue cuando se callaron las iglesias,
fue cuando el fútbol se lo comió todo,
que los padres Palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo.
Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.
NO QUIERO IR A LA GUERRA - Ricardo Espinosa
No creo en las palabras de los gobernantes
mandan a los chicos a que los masacren.
Bajo un cielo rojo la lluvia de bombas,
miles de chicos mueren y miles de madres lloran.
No quiero ir a la guerra, no quiero que me maten
porque soy muy joven para ser un cadáver
Gusano mata-hombres no creas que soy cobarde,
ustedes hacen guerras y nosotros los que caen.
Yo creo en la frontera que rige mi cerebro
y si quieren guerras que peleen ellos.
No quiero ir a la guerra, no quiero que me maten
porque soy muy joven para ser un cádaver.
Y NO VOLVIERON MÁS - Patricio Fontanet
Fué en abril, que empezó a engordarse tu resignación.
Sin saber ni perder ni ganar tu bandera te empezó a traicionar.
Circo y pan (como siempre fué acá) nos prendimos a jugar un mundial
y despues nadie supo saltar por los sueños que se hundieron allá.
Y no volvieron más...y no volvieron.
Fué el alcohol de una bota formal el que quiso ver mis sueños quebrar.
Nuestra cruz no se quiso acordar de los huecos de la lista oficial.
Fué en abril, que empezó a engordarse tu resignación.
Sin saber ni perder ni ganar tu bandera te empezó a traicionar.
Y no volvieron más...y no volvieron.
LA MEMORIA - León Gieco
Los viejos amores que no están, la ilusión de los que perdieron,
todas las promesas que se van
y los que en cualquier guerra se cayeron.
Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.
El engaño y la complicidad de los genocidas que están sueltos,
el indulto y el punto final a las bestias de aquel infierno.
La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir libre como el viento.
Los desaparecidos que se buscan con el color de sus nacimientos,
el hambre y la abundancia que se juntan,
el mal trato con su mal recuerdo.
Todo está clavado en la memoria,
espina de la vida y de la historia.
Dos mil comerían por un año con lo que cuesta un minuto militar.
Cuántos dejarían de ser esclavos por el precio de una bomba al mar.
La memoria pincha hasta sangrar a los pueblos que la amarran
y no la dejan andar libre como el viento.
Todos los muertos de la A.M.I.A. y los de la Embajada de Israel,
el poder secreto de las armas,
la justicia que mira y no ve.
Fue cuando se callaron las iglesias,
fue cuando el fútbol se lo comió todo,
que los padres Palotinos y Angelelli
dejaron su sangre en el lodo.
Todo está escondido en la memoria,
refugio de la vida y de la historia.
Muestra en el Centro Cultural Recoleta
Durante las últimas semanas del mes de abril y en la totalidad de mayo se presentó, en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), una exposición conmemorando los 25 años del fin de la guerra (con entrada libre y gratuita).
La muestra fue producida y realizada por la Corporación Buenos Aires Sur Sociedad del Estado y la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Gracias al apoyo de esta última, y al de varios centros de veteranos de guerra, se lograron reunir más de 300 objetos cedidos a préstamo o donados; cartas, mapas, chapas de identificación, prendas personales y otros. (FOTO 1)
La sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta no solo contó con la presencia de los objetos ya nombrados, sino que también se exhibieron, por primera vez en público, las 230 cruces que los ingleses habían instalado en el Cementerio de Darwin, y que en el 2004 la Comisión de Familiares trajo al país, reemplazándolas por otras, cuando construyeron allí en Malvinas el Monumento en Homenaje a los Soldados Argentinos Caídos en Combate.
Con la experiencia de haber visitado la muestra vale recalcar la imponencia que transmitía la imagen de 230 cruces de madera colgadas del techo y rodeadas de flores y rosarios. (FOTO 2)
(FOTO 1)
(FOTO 2)
La muestra fue producida y realizada por la Corporación Buenos Aires Sur Sociedad del Estado y la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Gracias al apoyo de esta última, y al de varios centros de veteranos de guerra, se lograron reunir más de 300 objetos cedidos a préstamo o donados; cartas, mapas, chapas de identificación, prendas personales y otros. (FOTO 1)
La sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta no solo contó con la presencia de los objetos ya nombrados, sino que también se exhibieron, por primera vez en público, las 230 cruces que los ingleses habían instalado en el Cementerio de Darwin, y que en el 2004 la Comisión de Familiares trajo al país, reemplazándolas por otras, cuando construyeron allí en Malvinas el Monumento en Homenaje a los Soldados Argentinos Caídos en Combate.
Con la experiencia de haber visitado la muestra vale recalcar la imponencia que transmitía la imagen de 230 cruces de madera colgadas del techo y rodeadas de flores y rosarios. (FOTO 2)
(FOTO 1)
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