Un día viernes del mes de junio, tuvimos el agrado de entrevistar a cuatro personas que nos dieron a conocer ciertas cosas que no sabíamos. Quizás por una cuestión de edad, quizás por una cuestión de medios; o quizás por una cuestión de que, simplemente, era el propósito de otros: que no sepamos. Esa helada mañana de viernes nos dirigimos a la sede del PAMI en San Miguel, en cuya oficina de “Veteranos de Guerra”, con mates calientes, nos esperaban Juan Fernández, Omar Morales, Luis Banegas y Jorge Saucedo; todos soldados ex combatientes en nuestras islas Malvinas.
Comenzamos a dialogar acerca de esta causa que los reúne como “una gran familia” desde 1984, año aproximado en que Omar detalla como inicio de la apertura de los Centros de Veteranos de Guerra. Es él mismo quien llama de esta manera a los miles de argentinos que pelearon en el archipiélago del sur: “somos una gran familia, y como todas, hay en ellas ovejas blancas y negras”. Esta descripción dio lugar a varios relatos que en cadena comenzaron a hacernos los cuatro, algunos de los cuales hablan de violentos e infundados castigos propinados por sus superiores, como golpizas por carnear una vaca u oveja allá en las islas… ¡para poder comer!, o como cuando los trajeron de regreso a Campo de Mayo, donde recibieron la “advertencia” de no contar lo ocurrido en el conflicto: “nos trajeron de noche, para que nadie nos viese. No querían dejarnos ver a nuestras familias y nos dijeron que si hablábamos con alguien acerca de Malvinas nos metían presos. Decían que nadie podía llegar a comprender las atrocidades que contásemos de la guerra, y que por eso debíamos callar. Esa impotencia de no poder largar tanto pus que teníamos dentro, sumada a que muchos no tuvieron una contención familiar, provocó el suicidio de varios compañeros. Fue ese el momento en que comenzamos a agruparnos”, cuenta Omar, quien por una confusión con otro Morales (pero llamado Alberto) vio adelantado su viaje a las islas. Hoy es vicepresidente del Centro de Ex Combatientes de José C. Paz, y trabaja como coordinador en el Concejo escolar de dicho partido.
Cuando en Campo de Mayo se realizó el reclutamiento de tropas, listas para partir rumbo al sur (lo de listas sólo es una expresión), la gente se agolpaba hacia los camiones que los transportaba, los agarraba como si los conociera de siempre aunque nunca hayan cruzado palabra alguna. Por eso la experiencia de salida fue muy distinta a la de regreso: “el veinte de junio volví a Campo de Mayo. Cuando me largaron no tenía plata para irme a Córdoba, al cuartel donde estaba prestando servicio. Me la rebusqué para ir a Retiro y me colé en el tren que en ese entonces iba para allá. Cuando llegué inmediatamente me desvinculé del Ejército, y gracias a una azafata que conocí en el aeropuerto de Pajas Blancas que me subió a un avión, pude volver a Buenos Aires”, cuenta Jorge, quien peleó en el grupo Nº4 de Artillería.
Esta odisea para volver al cuartel, este despojo que sufrió un soldado argentino, fue sólo un anticipo de la actitud que tendría para con ellos el gobierno de facto y luego los demócratas. Hasta el año 1990 los Ex Combatientes no percibieron remuneración alguna por los servicios prestados en la guerra, hasta que durante la Presidencia de Menem se comenzó a pagarles una pensión graciable mensual: “cuando volvimos de la guerra la indiferencia social era muy grande. La situación de muchos de nosotros era de una indigencia total. Durante el gobierno de Alfonsín siempre se trató de tapar el tema de Malvinas, y dadas todas las presiones que se habían generado, recién Menem en el 90’ comenzó a pagarnos una pensión graciable de $80 pesos, que además de resultar insignificante, no suplía nuestros pedidos de contención psicológica, trabajo y atención médica…pero no una pensión graciable. Luego nos ubicaron en el PAMI, una obra social pensada para la tercera edad, que no es acorde a nuestras necesidades. Por ejemplo, no contaba con un sector de pediatría para atender a nuestros hijos. Esto se debió al facilismo y la displicencia que generaba el saber que esta obra social contaba con una red de asistencia en todo el país, pero lo correcto hubiese sido que cada Fuerza se haga cargo de sus hombres” explicaba Juan, quien hoy preside el Centro de Ex Combatientes de José C. Paz y la Federación Argentina de Veteranos de Guerra. Tal cargo le dio la posibilidad de reunirse con el Presidente de la Nación en la actualidad, Néstor Kirchner, a quién los entrevistados tuvieron la oportunidad de conocer con anterioridad: “fue en 2002, en los homenajes por los 20 años de la guerra. En ese momento nos dijo que iba a ser Presidente, y que una vez que asuma iba a abrir sus oídos y solucionar nuestros problemas. En líneas generales, fue el que más cumplió; pero más que nada tiene que ver con que la gente allá en el sur, al vivir el conflicto de cerca, siempre nos trató de otra manera, fue mas afectuosa” comentaba Luis, Cabo que se retiró de la Armada hace seis años.
Una de tales “atenciones” de este Gobierno para con ellos es el pago promedio de $25000 a cada soldado, en concepto de indemnización por la ausencia del respaldo estatal entre 1982 y 1990. Al hacer el anuncio de tal pago, el día 9 del corriente, Kirchner lo destacó como: "un paso más para reparar el olvido en el que habían caído. Fuimos trabajando juntos para empezar a reivindicar, a reconocer y a darles lugar a quienes fueron a Malvinas a dar todo sin pedir nada y que después sufrieron un largo desconocimiento institucional del propio Estado". Los cuatro dan como válido este gesto del Presidente, pero no tardan en hacernos saber que cada soldado británico, una vez terminado el conflicto, recibió en Libras Esterlinas el equivalente a U$S 500000…
También se hizo hincapié en la ausencia del tema Malvinas en la oferta curricular de los colegios primarios y secundarios. Para suplir esa ausencia en el aprendizaje, realizan charlas en las escuelas, con la intención de que los chicos comiencen a escuchar acerca de la guerra de Malvinas por boca de sus protagonistas, y no por terceros. “Resulta sencillo hablar de las batallas de San Martín o Belgrano, porque eso pasó hace casi dos siglos. Pero querer explicar Malvinas es hoy más complicado, ya que es historia muy reciente, con muchos puntos de vista basados en distintas experiencias”, sostiene Juan.
Casi a coro se manifiestan en contra de la premiada película “Iluminados por el fuego”(), protagonizada por el actor Gastón Pauls y basada en el libro de similar nombre escrito por el ex convicto Edgardo Esteban, de quien los entrevistados no dan buenas referencias: “dejó mal parado al grupo de Artillería. Nunca estuvo en combate, sólo se hizo conocido por ser periodista y tener una buena posición”. Responden que sí ante la pregunta de que si el film los ubicaba como víctimas y no como héroes de guerra, y por eso están tratando de realizar un documental que pueda mostrar sus historias, distintas a las narradas por Esteban.
A modo de cierre, Omar contó que al finalizar los combates, el Ejército mandó una carta a cada familia diciendo que los soldados “sólo requerían del apoyo moral” de ellos. “Prepararon el terreno para que no hablemos. Fue una falta de respeto a la gente que dio todo por la patria, no se merecía esa censura de querernos callar. El pueblo merecía información, no mentirle de que estábamos ganando”.
Los hechos históricos acontecidos en Malvinas pertenecen a una parte de nuestra historia que los argentinos aún no queremos aceptar. Como afirmó Juan, “desde 1982 somos un tabú para la sociedad”. ¿Será el exitismo, que no soportó la derrota? ¿Será el sentimiento de culpa del propio pueblo que masivamente avaló las chicaneadas de un nefasto, una tarde a plaza llena? Lo cierto es que nuestros heroicos soldados dicen estar mejor que antes, pero para ellos, la guerra aún no terminó.
“No hubo rendición, sólo culminó el combate”
jueves, 21 de junio de 2007
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